Como señaló Diodoro, los bardos desempeñaban un papel importante en la sociedad celta. Entre sus funcións figuraban tanto escribir alabanzas a su patrón como la de denostar a los enemigos que este pudiera tener.
Como ocurría con los poetas griegos, los bardos eran considerados como una especie de sacerdotes, y se encargaban de transmitir las creencias religiosas y tradiciones de generación en generación. Los bardos non conservaban por escrito sus seus mitos y poemas, sino que os transmitían oralmente de maestros a alumnos.
En los países celtas destacan una serie de instrumentos que, pese a su enorme difusión geográfica y cultural, van a ser emblemáticos de las músicas tradicionais de los pueblos de los finisterres europeos. El arpa, convertida en el símbolo nacional de Irlanda, o la gaita, hoy en día, identifican inequívocamente a las músicas del mundo celta.
La gaita, que en la antiguedad gozó de gran difusión y popularidad en toda Europa, fue progresivamente relegada a las zonas rurales y sobrevivió en diversos territorios atlánticos como Irlanda, Escocia, la Bretaña francesa o Galicia.
Este instrumento prendió en la cultura popular como símbolo de la personalidade de estas áreas, como un elemento de valor e identidad, y también como una expresión de la diversidad cultural de los pueblos de la fachada atlántica europea.
Afortundamente, actualmente, asistimos a una recuperación renovadora de las músicas de nuestros antepasados y de muchos de estos instrumentos tradicionales, que junto con otros ajeos a nuestra área cultural, tienen un lugar propio en nuestra música.
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